En los últimos años, el planeta ha sido testigo de un agravamiento acelerado de la crisis climática. A nivel global, las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) han registrado cifras históricas. Este fenómeno, reportado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), evidencia un patrón alarmante de incremento continuo en las emisiones, marcando un punto crítico para la estabilidad climática del planeta.
Este escenario empeora por la relación que existe entre emisiones provenientes de actividades humanas y eventos naturales intensificados por el cambio climático, como los mega incendios forestales. En consecuencia, la capacidad de los ecosistemas para absorber carbono disminuye, los efectos de nuestras emisiones se vuelven permanentes o más difíciles de revertir.
Por este motivo, las organizaciones no solo se enfrentan a desafíos ambientales, sino también a una nueva y creciente presión por actuar. De tal manera que, las empresas buscan maneras en que esta problemática les pueda crear diversas oportunidades, cómo convertirse en un rol activo enfocado en la sostenibilidad.
El ascenso imparable de los GEI: ¿Dónde estamos hoy?
Según el Boletín Anual sobre GEI de la OMM, en el año 2023 rompió récords históricos en concentración atmosférica de CO₂. Este aumento se vio impulsado no solo por el uso continuo de petróleo, carbón y gas, sino también por una menor capacidad de los sumideros naturales, como bosques y océanos, para retener el carbono emitido. Consecuentemente, el 2024 se ha posicionado como el año más caluroso desde que existen registros observacionales, acumulando 175 años de datos climáticos. El informe ‘Estado del Clima Global 2024’ destacó las graves consecuencias sociales y económicas provocadas por eventos meteorológicos extremos, reflejo claro del avance del cambio climático.
Estos efectos reflejan un calentamiento global más intenso, fenómenos climáticos extremos más frecuentes y una creciente incertidumbre ecológica y económica. El impacto se percibe en todos los continentes, pero los países en desarrollo, altamente dependientes de recursos naturales y menos preparados para la adaptación, resultan especialmente vulnerables.
Medición de la huella de carbono: Primer paso hacia la transformación
La medición de la huella de carbono permite a las empresas identificar con precisión sus fuentes de emisión: consumo energético, transporte, procesos industriales, residuos, entre otros. Esta cuantificación convierte datos de consumo en toneladas de CO₂ equivalentes (CO₂e), lo cual facilita la toma de decisiones informadas. Este paso prepara el camino para diseñar estrategias de reducción realistas y eficientes.
Certificación ISO 14064-1: Estandarizar para actuar
Para garantizar que la medición de emisiones sea confiable y comparable, existen estándares internacionales como la norma ISO 14064-1. Este marco normativo establece directrices claras para calcular, reportar y verificar las emisiones y remociones de GEI a nivel organizacional. Además, permite que la información reportada sea auditada por terceros, lo que fortalece la credibilidad y el compromiso ambiental de las empresas. Las organizaciones que adoptan este enfoque no solo mejoran su gestión ambiental, sino que también se posicionan favorablemente frente a clientes e inversionistas.
Carbono neutralidad: ¿Cómo aportar a un futuro mejor?
Cada vez más compañías están optando voluntariamente por neutralizar su huella de carbono. Esto implica no solo reducir sus emisiones directas e indirectas, sino también compensar aquellas que no pueden eliminarse, mediante proyectos certificados de reforestación, energías limpias o conservación de ecosistemas.
Ser una empresa «carbono neutral» no solo genera valor reputacional, sino que permite acceder a nuevos mercados, financiamiento verde y alianzas estratégicas. Esta transición posiciona a las organizaciones como actores clave en la lucha contra el cambio climático.

